Deepest web

Cruzar la última frontera, llegar al extremo, empujar los límites: lugares comunes que podrían explicar la tentación a la que sucumbí y que, incluso, me empujó al delito.

Como suele suceder, al menos cuando uno no está reflexionando sobre abstracciones como los límites de la ética y sus fundamentos, comenzó con un problema práctico que demandaba una respuesta categórica: cómo renovar un teléfono celular de última generación sin erogar el precio que el mercado exige. Luego de considerar distintas alternativas legales o casi legales (contrabando, importación libre de impuestos y algunas no tan aceptadas ni difundidas), llegó a mis oídos una opción que ofrecía todas las garantías que pueden esperarse de un trato de este tipo: anonimato, ausencia de intermediarios y penas poco severas en el peor de las casos. Me pareció un riesgo aceptable y decidí explorar el asunto.

Instalé, tal como me fue indicado, un motor de búsqueda que no deja rastros binarios, esas migajas digitales utilizadas por las autoridades para reconstruir los pasos del infractor electrónico. El objetivo, desde luego, era acceder a la deep web, lugar no menos célebre que el Hades en cuanto a propiedades misteriosas y truculencia inframundana. No resultó difícil, y pronto me encontré navegando en las aguas del Aqueronte informático.

Me sentía inquieto, necesitaba algo de música para amenizar el viaje; busqué en la discoteca algo que me resultara apropiado para la ocasión; Possessed, no; Morbid Angel, quizá; Kreator, muy blandito, hasta que extraje Last of the Independents de los Pretenders y me pareció adecuado. Mientras cantaba I’ll Stand by You con furia alienígena llegué a mi primer destino, el sitio de compraventa Merca Libre, donde inmediatamente entré en tratos con un vendedor que tenía el producto que yo buscaba. Oferté una cantidad de dinero razonable, él contraofertó uno de mis riñones y el negocio se frustró; mala suerte, nada que no me haya ocurrido en tratos comerciales pretendidamente lícitos.

Cantando mi cancioncita llegué a la red social Fasobook, donde avisos espurios de mercaderes inescrupulosos conviven con naturalidad con pederastas, femicidas, nigromantes, sarracenos, traficantes de armas y fanáticos de la cumbia cheta. Hice algunos amigos pero ninguno de ellos pudo suministrarme el bendito teléfono y, entre promesas de mantenernos en contacto y deseos de prosperidad, dicha duradera y regenaración celular, nos despedimos.

Agotadas las oportunidades de negocios (introduje una nota mental: El Observador, las charlas TED y el emprendedurismo no tienen aplicación en el Hades. Curioso. Contrario a la evidencia. Investigar más tarde) me dediqué a vagar sin propósito por distintas páginas en las que vi cosas que preferiría no haber visto, aprendí cosas que mejor sería ignorar, conocí personas cuya indecencia sólo creí admisible en el Partido de la Gente; en fin, toqué con mis manos la vileza y pronuncié con mi boca palabras de deshonra y degradación. Pero como seguía cantando The Pretenders nada de esto me importó.

Mi atención se dirigió entonces a un portal de información alternativa donde, de acuerdo con la presentación, se alojaban los secretos mejor protegidos de gobiernos y corporaciones, Whisky Licks, gestionado por Julian Ass-Ange. Hace un momento hablé de abyecciones y vileza a propósito de ciertos individuos; pues bien, eso era la familia del taxi al lado de Al Capone; esto era serio.

Recorriendo sus directorios descubrí quién tenía la bomba, quién había vendido la bomba, a cambió de qué favores carnales se había negociado la bomba y cómo planeaba su actual propietario utilizar la bomba; y eso solamente en un pequeño capítulo dedicado, justamente, a la bomba. Entré en conocimiento del chanchullo electoral, la campaña de difamación, la desestabilización de la democracia a través de ONG’s protectoras de animales, la mafia gay, la verdad acerca del calentamiento global (es real, sí, pero por razones que ud., querido lector, jamás imaginaría) la auténtica amenaza que supone el koala, lo que esconde el TPP (no es para tanto, se lo aseguro), lo que motiva a Netanyahu (no es la expansión territorial ni el sionismo radical), y el origen del poder del Pato Celeste (nada que ver con el triángulo Venezuela-MPP-Tenfield).

De pronto, la pantalla se puso negra y la transferencia de datos se interrumpió. Una figura amenazante, con capucha, me dijo que había hecho algo muy malo. Su voz nasal me sonaba familiar, pero el miedo me impedía proseguir la asociación de datos sensoriales. ¿Acaso importaba su identidad?

Seguidamente me interrogó acerca de lo que había visto y leído, y empezó a extorsionarme; por primera vez en mi vida sentí que enfrentaba al poder descarnado, la arbitrariedad y la opresión supremas. Dijo que tenían material que me incriminaba, que me harían pedazos, y, en un rápido repaso de mi vida, tuve que admitir, sin saber exactamente a qué se refería, que era cierto, que mi conducta en ocasiones había sido condenable; alguna vez impuse la muerte, pecado banal comparado con el de imponer la vida*. En lugar de someterme a sus demandas, apagué la computadora y traté de olvidar todo aquello.

La noche de insomnio se disolvió en una mañana que no mostraba huellas de aquel experimento demencial; nada a mi alrededor, nada al encender la computadora, me hacía sospechar que mis perseguidores habían ejecutado su venganza. Ya tranquilo, procedí a ir hasta el kiozcar a comprar cigarros.

El titular del principal diario de la capital me azotó con el poder de la impunidad criminal: «Metalero careta fanático de The Pretenders expuesto. Toda la información en página 2.»

* Aforismo que habría engrosado la fama de Sófocles** mas no parece obrar efecto análogo sobre la mía. Explorar si la autoría de Antígona o Electra tiene alguna relación con eso.

** Al igual que al Forro Batllista, el concepto de pecado es ajeno a Sófocles, sin embargo***.

*** Si no me cree (porque ya veo que va a saltar como pelota de goma) consulte, por ejemplo, Werner Jaeger, Paideia, o Bruno Snell, El descubrimiento del espíritu**** o alguna cosa de esas.

**** Luego de descubierto el espíritu occidental, de todos modos, puede hallarse la misma idea gnóstica en diversos lugares, tales como Borges*****: «… los espejos y la cópula son abominables, porque multiplican el número de los hombres.» (Tlön, Uqbar, Orbis Tertius), o como dice Lear a Gloucester: «When we are born, we cry that we are come/ To this great stage of fools.» (El ReyLear, acto 4, escena 6).

***** O en esta sentencia digna quizá de una posteridad similar: «…alguna vez impuse la muerte, pecado banal comparado con el de imponer la vida.»

Disciplina partidaria

Así pues, los americanos viven como niños, que se limitan a existir, lejos de todo lo que signifique pensamientos y fines elevados.

Georg Wilhelm Hegel, Lecciones sobre la filosofía de la historia universal.

Cuando la discusión sobre el mantenimiento de las tropas uruguayas en Haití se auguraba monótona y acaso interminable, un parlamentario oficialista, cuyo nombre y señas particulares ahorraremos al lector, tomó un curso tan imprevisto como el de la Tercera Internacional después de Lenin, citando la imprescindible obra de su adlátere Bronstein.

Como recordará el lector, ya que de otro modo no estaría interrogando esta nota, a menos que sufra de alguna distorsión cognitiva que le impida la correcta intelección del enunciado, entregándolo a la confusión y el azar, el tema a tratar era la permanencia del contingente militar instalado en la nefanda isla con vaya a saber uno qué propósito. Esto último, se supone, era lo que el debate se proponía dilucidar.

Recordemos que las posiciones en disputa se dividían entre aquellos canallas, serviles, impúdicos instrumentos del imperialismo y el militarismo para quienes la ocupación es necesaria por razones de seguridad y dignidad y la puta que lo parió, y aquellos otros, representantes de la virtud y los principios democráticos que respetan la autodeterminación de los pueblos, incluso tratándose de negros o indios, que consideran ilegítima en toda circunstancia la presencia del efectivo militar en tierras extranjeras.

Luego de algunos cachetazos e insultos propios del viciado clima del régimen parlamentario, donde es inevitable la ocurrencia de estas escaramuzas (pero en defensa del mismo puede argumentarse que, bajo el régimen de partido único, la formación de facciones acaba necesariamente con una de ellas en la cárcel, tal como profetizó Nicolai Bujarin a Vladimir Ilich en plena controversia sobre la paz de Brest) el exaltado a que hicimos mención tomó la palabra (y tomó el cielo por asalto, digamos sin por esto sancionar su conducta) no para escarnecer, aunque también fuera esta su intención, a sus oponentes sino para proponer una innovación tan original como ajena al marco ético que delimitaba la discusión hasta ese instante.

Sin ánimo de elucidar los motivos que se alojaban en alma tan abyecta al momento de la oratoria, que quizá incluyeran la especulación con una cuantiosa oferta por parte de Novick para integrar su partido, o la cándida, mas humana, pretensión de perpetuarse en la memoria sin reparar en los medios, el senadordiputado, merecedor a lo sumo de una nota a pie de página en una eventual memoria de las actuaciones parlamentarias menos atinadas, sugirió no sólo permanecer en Haití sino aumentar el número de efectivos y dotarlos de armas más poderosas a fin de contener el avance de la degeneración racial de forma más efectiva.

No siendo, como es evidente, de recibo su argumento, ensayó la maniobra que sí, en este caso, le asegura la posteridad deseada: se quitó el traje, extrajo de un maletín estratégicamente ubicado un uniforme de fajina y un fusil M4 y se postuló como voluntario para encabezar la segunda cruzada que, esta vez sí, dará la victoria a las fuerzas del orden sobre las oscuras huestes bárbaras. No hace falta agregar que la moción fue aprobada por unanimidad.