Leyendas de la Filosofía

El gran filósofo punk alemán Arthur Shopunkhauer (1788-1860), quien se adelantara más de 100 años a Richard Hell al formular la idea de que la realidad, fundamentalmente incognoscible, profundamente inescrutable, apesta hasta sus últimos resquicios, murió un día como el de hoy (asquerosamente soleado y cálido, aunque reportes contemporáneos indican lo contrario) en Tubingen, Baden-Württemberg, sur de Stuttgart.

Shopunkhauer provenía de la tradición de la filosofía clásica alemana, donde
la jefatura ejercida por Kant y Hegel parecía indisputable. Sin embargo, este hereje demostró la patraña que constituía el racionalismo histórico al lucir una remera de Punk Floyd con la leyenda «I hate Punk Floyd» pintada a mano, derrumbando con este gesto el legado de sus predecesores como lo haría Johnny Rotten el siglo siguiente.

Otro de sus aportes negativos ocurrió en el programa televisivo filosófico de Sandino Nuñez, cuando escandalizó al puritano público del show profiriendo insultos que ocuparon la primera plana de los periódicos y causaron una conmoción, agitaron algunas jaulas. A partir de entonces su filosofía punk se transformó en un movimiento subversivo donde escupitajos y pogo eran elementos tan constituyentes como para Marx lo fueran la dialéctica materialista y la lucha de clases.

A pesar del rápido ascenso a la cumbre de la filosofía gracias a estos escándalos, Shopunkhauer apenas si publicó un trabajo, Never Mind the Bollocks, here’s Shopunkhauer, pero pronto se vio superado por una segunda ola, más radical, del movimiento a que había dado origen.

Tras un año de éxito fulgurante, el filósofo se hundió víctima de su propia creación y fue acusado de venderse y vender al movimiento.

Para 1850 sus seguidores más radicales, como Crass, habían declarado que el punk estaba muerto y escupían sobre la tumba de este grande que hoy recordamos.